BUENOS AIRES.- La información que el ser humano promedio maneja de Qatar es más bien escasa. La lista de referencias sólo tiene tres renglones: se sabe que alberga a jeques multimillonarios gracias a las reservas de petróleo y gas, que será sede del Mundial de Fútbol 2022 y que allí nació Asser Salih Nasser Abdullah Al-Attiya, más conocido como Nasser Al Attiyah, otra vez campeón del Dakar en la categoría Autos, con un tiempo total de 40 horas, 32 minutos y 25 centésimas, más de media hora de ventaja sobre Giniel de Villiers (el sudafricano también había sido escolta en el primer título del qatarí, en 2011, cuando ambos corrían para Volskwagen). El “impronunciable” Krzysztof Holowczyc completó el podio, más de una hora y media detrás, lo que grafica cuán cómoda fue la victoria para Nasser. En tanto, el cuarto puesto del holandés Erik Van Loon y el quinto de Vladimir Vasyliev, ilustres “desconocidos” en peleas grandes, pueden tomarse como sorpresas, sobre todo pensando en que campeones como Stéphane Peterhansel (11°), Carlos Sainz y Joan Roma (ni siquiera llegaron) estuvieron lejos de sus antecedentes.
Aunque lo apoden “El Príncipe del Desierto”, lo cierto es que Nasser no necesita de las comillas: ser primo hermano del Emir de Qatar le merece ser tratado de Príncipe. Aunque tampoco necesita tal título nobiliario: su legión de seguidores en todo el mundo no viene a raíz de su investidura sino de su carisma y solidaridad, que lo hacen popular no sólo entre el público sino también entre los demás pilotos. Por caso, durante la edición 2012 donó 100.000 dólares a la ONG “Un techo para mi país”. También fue noticia al detenerse en plena ruta para sacarse fotos con un joven chileno al que encontró enarbolando la bandera de Qatar, y al que luego invitó a su país con todos los gastos pagos.
¿Pero quién era Al Attiyah antes de convertirse en un gigante dakariano? Nacido en 1970 en Doha, comenzó a competir en rallies cuando tenía 19 años, y fue campeón de su país en las cinco temporadas siguientes. Aunque él nunca lo confirmó, se cuenta que el presidente de la Federación qatarí pertenecía a una familia rival de los Al Attiyah y promovía a otros pilotos, por lo que Nasser se dedicó a su otra pasión: el tiro al plato, disciplina en la que ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ya para entonces, había ganado su primer Dakar (2011), a bordo de un VW Touareg, ostentaba un segundo puesto en 2010 y una colección de títulos en el Campeonato de Rally de Oriente Medio.
En el año de su proeza olímpica, decidió cambiar de máquina y le alquiló una Hummer a Robby Gordon, con la que tuvo problemas y debió abandonar. La misma suerte correría con el buggy que armó en 2013. Pero todo cambiaría con Mini: tercer lugar en 2014 y foto principal en este 2015, que lo corona como rey.